Las entidades deben promover un ambiente de trabajo al que no tenga lugar el acoso sexual o por razón de sexo y deben adoptar medidas adecuadas para abordarlo en caso de producirse. Para ello, deben arbitrar procedimientos específicos de prevención y actuación.
Uno de estos procedimientos es la elaboración de un protocolo. Poner este proceso en marcha ya implica un cambio, ya que requiere destinar recursos materiales y personales a garantizar el funcionamiento del protocolo y un cambio de mentalidad y comportamientos. Nuestro servicio de igualdad de género puede ayudarte a resolver dudas sobre esta cuestión o desarrollar tu protocolo contra el acoso sexual. Para entidades de menos de 50 personas trabajadoras disponemos de un protocolo básico a partir de 230 €. Si necesitas un protocolo más personalizado o tienes más personas trabajadoras no dudes en pedir presupuesto.
Reflexión previa: ¿Por qué es necesario?
Estos protocolos son necesarios, principalmente, para garantizar un entorno seguro y respetuoso para todos y para combatir cualquier tipo de violencia que pueda tener lugar en las entidades. Además, la elaboración de este protocolo permitirá:
- Hacer visibles situaciones de acoso en torno a la organización.
- Expresar la desaprobación y la alerta ante las situaciones de acoso sexual o por razón de sexo en la entidad.
- Manifestar la importancia de que todo el mundo colabore para hacer frente a actitudes discriminatorias y violentas y para mantener el respeto al entorno de trabajo.
- Definir procedimientos concretos de prevención y actuación para abordar las situaciones de acoso.
El establecimiento de este tipo de protocolo se fundamenta en aquellas normativas internacionales, estatales y autonómicas relativas a la igualdad de género, a la no discriminación y a la no violencia. A día de hoy, el incumplimiento de estas directrices por parte de las entidades puede conllevar la exigencia de responsabilidades administrativas , judiciales y laborales, por ejemplo, a través de inspecciones de trabajo.
Objetivos del protocolo
Es importante que en el mismo protocolo se definan sus objetivos. Generalmente, el objetivo principal es definir unos parámetros de actuación ante estas situaciones y promover las medidas necesarias con el fin de evitar su aparición. Aparte de esto, un protocolo de este tipo pretende:
- Informar, sensibilizar y formar a todas las personas relacionadas con la entidad sobre cuestiones relativas al acoso sexual o por razón de sexo.
- Determinar las pautas a seguir en caso de producirse un comportamiento constitutivo de acoso sexual o por razón de sexo.
- Velar por un entorno seguro en el que todo el mundo muestre respeto mutuo hacia su integridad y dignidad.
- Actuar en los estadios más iniciales de la problemática.
- Garantizar los derechos y el trato justo de las personas afectadas, así como la confidencialidad y la diligencia en el proceso de resolución del conflicto.
- Determinar mecanismos para hacer un seguimiento del cumplimiento del protocolo y sistemas de mejora de aquellos aspectos que lo necesiten.
Contenido del protocolo
El protocolo deberá definir primeramente cuáles son los comportamientos prevenir y abordar, así como las tipologías de acoso sexual y/o por razón de sexo en función de si se condiciona o no un derecho (o expectativa de derecho) a la aceptación de una situación de acoso y en función del tipo de vínculo que existe entre la persona que acosa y la persona que recibe el acoso.
Habrá que considerar también cuáles son los grupos de especial atención del protocolo, es decir, los colectivos que normalmente son vulnerabilizados: niños, personas adolescentes, mujeres y personas de identidades disidentes. Las herramientas de prevención se crearán teniendo en cuenta las causas estructurales de la discriminación y la opresión que sufren estos grupos.
Por otra parte, el protocolo deberá contener una serie de principios y garantías para generar confianza en la aplicación del mismo, tales como el respeto y la protección; la confidencialidad; el derecho a la información; el apoyo de las personas formadas en la materia; la diligencia y celeridad; el trato justo; la protección ante posibles represalias; la colaboración; las medidas cautelares y la vigilancia de la salud.
El documento debe mostrar también un procedimiento de actuación específico, que normalmente puede contemplar dos vías de resolución: interna (con la fase de comunicación y asesoramiento, la fase de denuncia e investigación y la fase de resolución) y externa (por vía administrativa o judicial). Además, es recomendable que el protocolo incluya un esquema de este procedimiento, así como un glosario de términos.
Difusión, seguimiento y evaluación
Tal y como se comentaba anteriormente, resulta vital que las entidades hagan una buena comunicación de su protocolo con el fin de dar a conocer su existencia, transferir conocimiento a las personas que forman parte de ella y ayudar a prevenir situaciones de acoso sexual o por razón de sexo.
Esta difusión puede hacerse a través de la distribución de copias entre las personas que forman parte de la entidad y a través de carteles informativos. Por otro lado, se puede ofrecer información extra sobre su contenido organizando sesiones formativas.
También será necesario hacer un seguimiento y evaluación del protocolo. Para ello deberán realizarse reuniones periódicas donde se valore su implementación y se detecten posibles incidencias. A estas reuniones deberían asistir miembros de la dirección de la entidad, las personas de referencia designadas y representantes del personal.
Considerando la complejidad de esta problemática y la necesidad de que en el protocolo se tengan en cuenta las características específicas de cada entidad, es recomendable contratar un servicio externo y profesional que se encargue de su elaboración o que ofrezca acompañamiento y asesoramiento.
Fuente: redactado por el equipo de Suport Tercer Sector en Xarxanet.
Fuente: Xarxanet.